BADC

Nos encontramos con una vivienda antigua, profundamente compartimentada, donde los pasillos estrechos y los muros innecesarios no solo limitaba la circulación, sino que apagaban el potencial de luz natural que entraba desde sus dos fachadas. Desde el inicio, la premisa de la clienta fue clara: abrir, despejar y conectar. Quería una casa para disfrutar, para compartir con amigos y familia, sin perder la sensación de calma, orden y recogimiento.

La luz se convirtió en hilo conductor del proyecto. Al reconfigurar la distribución, el baño de invitados pasó a ocupar un papel estratégico: no solo cumple su función principal, sino que articula el tránsito entre las zonas de día, permitiendo recorrer toda la vivienda desde un núcleo central, sin necesidad de fragmentar el espacio con nuevas separaciones.

Se propuso una conexión fluida entre estancias y donde la luz circulara con naturalidad, sin renunciar a una lectura clara de los usos de cada espacio. La zona de día se abre y respira, mientras que la de noche se recoge y se protege. Un pequeño despacho se integra con discreción en el conjunto, mientras que la habitación principal se reserva como una estancia privilegiada, con un vestidor generoso y un baño propio que maximizan el confort y la funcionalidad cotidiana.

El resultado es una vivienda honesta, limpia y serena, donde todo parece estar en su sitio sin esfuerzo. Una reforma que no solo reorganiza el espacio, sino que redefine la manera de vivirlo: abierta a la vida social, preparada para el descanso, y llena de luz en todos los sentidos.